Blind Melon. Sala Capitol (Santiago de Compostela) 09/11/2012

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Me resulta muy complicado escribir una crónica del concierto de Blind Melon. Por una parte, el que sea uno de mis cinco grupos favoritos de todos los tiempos no ayuda, como tampoco el que desde hace 17 años se quedaran sin el que pudo haber competido con Chris Robinson como mejor frontman de los últimos 20 años y que además era un cantante inigualable y un compositor exquisito. Además, para complicar más las cosas, uno de sus guitarristas, Christopher Thorn, estaba hospitalizado y por tanto no pudo tocar… -Johnny Kaplan, telonero, intentó suplir en algunos temas su baja, pero salvo en un par de detalles su presencia ni se notó ni fue muy brillante- y aún así el concierto fue bueno, muy bueno y Blind Melon demostró que tiene un repertorio inigualable y un sonido a la altura de los mejores.
El joven Travis Warren, esforzado sustituto de Shannon Hoon, es un cantante talentoso y un buen frontman; quizás peca en exceso de imitar gestos de su antecesor, aunque todo el mundo copia a sus ídolos antes de conseguir un estilo propio, y me dio la sensación de que llegó un poco justo de voz o fuelle al final del concierto. Por lo demás, su tono y estilo de voz casan a la perfección con la banda californiana y por momentos podías cerrar los ojos y creer que estabas en el año 94 viviendo el momento cumbre del melón ciego. Además el chico mostró su carácter cuando se enfadó con la zona menos animada del público y no paró un solo instante, cosa de agradecer ya que el resto de la banda ni son, ni han sido nunca muy móviles en el escenario.

La banda sonó increíble, compacta e inspirada aún a pesar de que la baja de Thorn era evidente en algunos temas -si por algo se caracterizan las guitarras de Blind Melon es por esa interacción, baile y jugueteo con ritmos y melodías de ambos guitarristas-, pero aún así, el concierto era brillante por momentos y es que si tienes temas como 2×4, con el que abrieron el show, Toes across the Floor, Sleepyhouse, Soak the Sin, Change, No Rain, Walk, Mouthful of Cavities o Galaxie (con la que cerraron), y me podría pasar así nombrando todo el setlist, nada puede estropear una buena velada musical.
El repertorio se basó casi completamente en el disco de debut y su segundo álbum Soup y algunos momentos álgidos del concierto fueron, por destacar alguno de los muchos, la emotiva Change, cantada a voz en grito por el respetable, y cuando tocó expandirse con una larga intro de No Rain (en su versión recogida en el Nico) o el espacial y zeppeliano final de Walk.
Si alguien los escuchaba por primera vez, no tengo ninguna duda de que le resultó una banda alucinante, con una base rítmica espectacular con Glen Graham a los parches y Brad Smith al bajo -y unos grandes coros, por cierto-, un genial Roger Stevens a la guitarra y la energía y pasión del chico nuevo, Travis, en la voz, defendiendo un repertorio que ya lo querrían para sí muchas grandes bandas de cualquier época.
Para los muy fans, ya sabíamos que nos iba a faltar algo que nunca volverá, pero además fue un fastidio no contar con la presencia de Christopher Thorn en el escenario y aún así, disfrutamos y esperamos repetir esta vez con todos los que están y sin ningún pero más que ponerles.