Clash: Historia Oral

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El próximo 6 de octubre, “The Clash”, el libro autobiográfico de la banda británica, compuesto por declaraciones de los componentes y por fotos, 400 para ser más exactos, muchas de ellas nunca vistas, se publicará en el Reino Unido. Algo así como el mastodóntico “Anthology” de los Beatles, en el que la propia banda cuenta, de manera pormenorizada, su propia historia y experiencia.

La banda más genuina y verdaderamente musical del punk británico.

Por gentileza del diario británico “The Times”, podemos leer algunos extractos del libro:

JOE STRUMMER:

“Mi padre estaba en un nivel muy bajo en el Ministerio de Asuntos Exteriores y se convirtió en ciudadano británico solamente dos años antes de que yo naciera. Había nacido en la India y su padre había trabajado en el ferrocarril pero murió cuando mi padre era muy pequeño, así que creció en orfanatos de la India. Su padre (mi abuelo) era inglés, pero su madre era india; estudió duro en el colegio y acabó en el ejército indio durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando acabó la guerra, se trasladó a Londres, pasó sus exámenes para acceder a la función pública, conoció a mi madre, entró en el Ministerio de Asuntos Exteriores y fue trasladado a Ankara – lo que explica el porqué de mi nacimiento en Turquía.

Después de Turquía, nos trasladamos a la ciudad de México, luego a Bonn, en lo que era por entonces Alemania del Oeste, y luego me mandaron al colegio en Inglaterra.

Un internado en aquellos tiempos era algo muy militar. Había uniformes para los chicos y castigos por no llevar la gorra. Me escapé cuando tenía nueve años con otro chico y recorrimos cinco millas antes de que nos fuera a buscar un profesor, quien nos encontró. Recuerdo ser llevado al colegio y al director salir gritando y desgañitándose porque no llevábamos nuestras gorras puestas, y yo pensaba “Idiota, ¿realmente crees que nos íbamos a escapar con nuestras gorras puestas?” No podía creerlo.

Debido a mi educación, creía que la autoridad era algo a evitar en la medida de lo posible. Cuestionar a la autoridad era completamente prioritario para mi.

Mi relación con mi padre era terrible, porque yo era un estudiante muy malo, siempre el último de la clase. Mi padre había sido huérfano en la India en los años veinte y había estudiado muy duro para conseguir una beca que le llevara a la Universidad. Tenía un muy alto concepto del estudio sacrificado.

A menudo pienso en mis padres. Me siento mal ahora porque fui un mal hijo cuando ellos regresaron a Inglaterra y yo no iba a visitarles todo lo a menudo que merecían……”

El primer disco que me compré fue el “I Want To Hold Your Hand” de los Beatles y luego los primeros singles de los Rolling Stones. Recuerdo cuando la música realmente tocó mi fibra sensible. Fue cuando estaba en el internado, yo tendría sobre once años o así. Recuerdo escuchar “Not Fade Away”, explosionando desde la radio de madera que había en la sala de recreo. Sentí como si se abriera un rayo de esperanza.

Cuando abandoné el Instituto de Artes en Londres, me compré un ukelele porque pensé que era más fácil que una guitarra, ya que tiene solamente cuatro cuerdas. Y así es cómo empecé a tocar, siguiendo a un tipo llamado Tymon Dogg en el metro de Londres, pidiendo dinero para él, como si yo fuera un aprendiz de músico de blues.

Un día iba pasando por un pub irlandés y vi a ese trío tocando y pensé que quizás podría intentarlo. Era en 1974 y estaba viviendo como “squatter” en Maida Hill; pensé que tocar en pubs podría ayudarme a pasar el verano. Fue la primera vez que pensé montar una banda de rock eléctrica.

Mi banda los 101’ers había estado tocando durante dos años antes de que los Pistols surgieran; cuando los vi, me di cuenta de que no podías compararlos con ninguna otra banda británica, estaban a años luz. Cinco segundos desde la primera canción y supe que nosotros éramos agua pasada, que estábamos acabados.

No mucho tiempo después, Bernie Rhodes me llevó a Shepherds Bush, a un “squat” en Davis Road, donde estaban esos dos tipos esperando. Había amplis en la habitación y empezamos a tocar. Después Bernie dijo: ¿porqué no te planteas unirte a este grupo? Lo pensé durante 24 horas y dije Ok. Era su aspecto lo que me atrajo, más que cualquier otra cosa.

Parte del punk era que tenías que deshacerte de todo lo que conocías de antemano. Éramos casi estalinistas, es decir, insistíamos en que teníamos que deshacernos de todo lo conocido para crear algo nuevo, lo que no era fácil en aquel entonces. Básicamente, estábamos chalados. Completamente locos.

PAUL SIMONON

Crecer en Brixton, era un paraíso para un niño. Había mucha energía, y la mezcla multicultural le proporcionaba una atmósfera única. Los conductores de autobús solían gritar “Naciones Unidas” siempre que el autobús hacía alguna parada.

Después de mi último curso en el colegio, mi atención empezó a dispersarse. Un mes antes de dejar el colegio, fui con un amigo a una audición para un baterista, solamente para apoyarle. Fuimos a Praed Street, en Paddington y entramos en lo que parecía una mazmorra. Esos tres tipos con el pelo muy largo y guitarras me preguntaron si yo era un cantante. “No, soy pintor”. Ignoraron mi respuesta o quizás no me escucharon bien a causa de su pelo largo. Bueno, de alguna manera fui invitado a cantar canciones que no conocía de nada. Fue un desastre.

Una semana o dos más tarde, me encontré al guitarrista de la audición. Su nombre era Mick Jones y asistía al Instituto de Artes de Hammersmith. Nos hicimos amigos y solíamos quedar en los pubs locales. Una noche me preguntó si yo tocaba algún instrumento y yo contesté “No, pero me gustaría”

La primera vez que vi a Joe Strummer, él estaba en los 101’ers. Estaban tocando en ese estercolero, con gente deambulando y hippies con sus perros arrastrándose. El estaba tocando y había una mujer amamantando a su bebé y los perros se paseaban por el escenario, pero Joe era el centro de todas las miradas.

MICK JONES

Nací en Clapham, en el Sur de Londres, y me crié en Brixton. Quería tocar la guitarra porque no había nada más cojonudo que el guitarrista. Nunca recibí clases. Casi devuelvo mi primera guitarra porque no estaba afinada. Pensé que estaba estropeada.

En el Instituto de Artes de Hammersmith, me parecía a Johnny Thunders. Tenía el pelo muy largo y pantalones vaqueros ajustados. Conocí a Bernie Rhodes en 1975, en un lugar de West Kensignton llamado The Nashville Rooms. El tenía puesta una gorra y se parecía algo a Gene Vincent así que me acerqué a él y le dije: “¿eres pianista?”y él me dijo “No, pero llevas una de mis camisetas” Llevaba una camiseta en la que aparecía la frase “Tienes que despertar” y la compré en Let It Rock, en Chelsea.

Bernie era un tipo muy interesante. Me descubrió a los Pistols, que se estaban formando por aquel entonces. Por Bernie conocí a Chrissie Hynde y por un tiempo pensamos formar un grupo juntos. Ibamos a casa de mi abuela y tocábamos canciones juntos. Nunca formamos un grupo juntos. Pero fue ella quien me cortó el pelo.

Creo que fue Bernie quien dirigió nuestros pensamientos hacia Joe. Fuimos a ver a Joe y a los Sex Pistols, quienes terminaron peleándose y fue esa noche cuando decidimos que Joe era el mejor tipo de entre todos los que estaban allí.

Vino a vernos a nuestro “squat”, estábamos todos muy nerviosos esperándole, y cuando llegó, nos metimos en faena. El no quería tocar mucho sus canciones, pero abordó las nuestras y las dio una visión diferente. Ahora teníamos a un gran letrista y Bernie nos ayudó a pensar sobre lo que tyeníamos que escribir y hacia dónde qu