El Cuarto Oscuro: Alvin Robinson

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Recuerdo que, durante el año que pasé estudiando en Bilbao, hace ya mucho tiempo solía realizar mi habitual peregrinaje por varias tiendas de discos (la mayoría de ellas desaparecidas, aunque sé que, al menos una sobrevive), los viernes por la tarde. Por entonces no existía el formato del Compact Disc y era un ávido cazador de vinilos, de esos que, entre otros, me inspiraba Juan de Pablos y su inefable programa “Flor De Pasión”, que, por cierto, todavía sigue en antena.

Un día de invierno me topé con una portada llamativa y colorida, en la que destacaba un pájaro rojo. Se trataba del segundo volumen de “The Red Bird Story”, una recopilación de artistas que grabaron para la discográfica “Red Bird”, fundada por Jerry Leiber y Mike Stoller, protagonistas destacados de este cuarto oscuro.

Entre los variados artistas que grabaron para el sello del pájaro rojo, me sorprendieron muchos (entre otros, descubrí mi pasión por los grupos de chicas de los años sesenta, como las Shangri – Las, las Dixie Cups o las Jelly Beans, aunque mi atención se fijó, de manera casi obsesiva en un tipo llamado Alvin Robinson, cuyo tema “Something You Got” se me metió en la cabeza, escuchándolo compulsivamente y obligándome a indagar, a rastrear la cuna de este artista, olvidado en los abismos del tiempo.

Por supuesto, lo habéis adivinado. Este tipo provenía de Nueva Orleáns. Alvin Robinson, nacido en 1937, comenzó su carrera musical como guitarrista de sesión, en múltiples grabaciones realizadas en las prolíficas casas discográficas de la ciudad sureña. Incluso, para aumentar sus ingresos, daba clases particulares de guitarra a músicos que luego fueron prominentes.

Pero lo que le reportó una popularidad efímera fueron sus virtudes vocales. Al fichar por Tiger Records (subsidiaria de Red Bird, discográfica con base en Nueva York) en 1964, Robinson graba dos temas que le catapultaron a lo más alto de las listas. Ni más ni menos que “Something You Got” (una versión de Chris Kenner) y “Searchin’” (otra versión, en este caso de los Coasters). La modulación de la voz de Robinson, voz ronca y aulladora, se sitúa en el número 8 de las listas de R&B y en el número 52 de las listas pop.

Robinson fue un ilustre en el terreno del soul y del R&b, un tipo muy admirado sobre todo en el Reino Unido. Su calidad quedó patente, de nuevo, en el single, todo un clasicazo del soul más rabioso, “Down Home Girl” y “Fever”, que salió en el sello del pájaro rojo, en septiembre de 1964. El fraseo de Robinson, tan característico, alargando las sílabas hasta ahogarse en un aullido rabioso, y su ritmo tan funky, hizo que los propios Rolling Stones grabaran una versión de ese temazo, el “Down Home Girl”. Robinson desmenuzaba los temas de otros para apropiárselos completamente. “Down Home Girl” es un tema de los Coasters y “Fever” un temazo de Little Willie John.

Aparte de otro single que pasó sin pena ni gloria (“How Can I Get Over You”), Robinson graba otro clásico para Red Bird, esta vez una canción de su tierra, la compuesta por el maestro Earl King “Let The Good Times Roll”, todo un grito de guerra. El tema, que es su último single para Red Bird, se graba en Nueva Orleáns con arreglos del ilustre Wardel Quezergue. La guitarra distorsionada y la voz de Robinson dan una pátina distinta a la coplilla y su resultado es absolutamente funky y embriagador.

A partir de su despedida de Red Bird, Robinson comienza un peregrinaje agotador por varias casas discográficas, sacando singles erráticos, muchos de ellos auténticas joyas sepultadas en la memoria de unos cuantos fanáticos. Quizás su periodo más interesante se inicia en 1969, en plena explosión del funk, cuando Robinson se muda a Los Angeles y colabora con su paisano Harold Batiste, afamado y exquisito productor. Batiste ficha a Robinson, rebautizándole como Al Robinson y le produce un single arrebatador: “Sho’Bout To Drive Me Wild”, con colaboraciones de músicos como Dr John, King Floyd o Jessie Hill.

En los años sucesivos, Robinson se convierte en músico de estudio, centrado en su guitarra y en sus capacidades vocales, colaborando con gente como Dr John, el propio Ringo Starr o Carly Simon.

En 1985, se retira a su tierra sureña para morir en 1989.

Pocos datos para un artista de facultades magistrales, con un estilo inconfundible, pionero del funk en muchos aspectos (tanto en instrumentación como en fraseo vocal) y con una guitarra chispeante.

Sin grabar ningún álbum (al menos que yo sepa), Robinson desarrolló una carrera musical errática, incomprensiblemente infravalorado. Su voz ronca, tremenda, merece pasar al salón ilustre de los más grandes del soul. Pero la vida está llena de misterios y Robinson es uno de ellos.

Nos quedan sus coplillas para ayudarnos a seguir adelante.