Etta James: Airada Inspiracin

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Hoy mismo he comprobado con estupor que Etta James se ha fugado de este mundo material a parajes desconocidos. A los 73 años, la James ha dado la espantada. Una de mis vocalistas preferidas, una de mis damas musicales más entrañables se ha difuminado en mis recuerdos más intensos, en mis sensaciones más imperecederas.
Su vida personal, atormentada y turbulenta, influyó negativamente en su carrera musical: su talento nunca fue lo suficientemente reconoció por el gran público.
La James nació en Los Ángeles, de madre negra y padre blanco, éste último desconocido. Fue criada por unos amigos de su madre, quien la parió a los catorce años: su infancia fue, cuando menos, perturbadora. Su mezcla racial fue una causa doliente de exclusión.
Su carrera musical empezó en el coro de la iglesia, donde los salvajes métodos de su maestro (la enseñó a cantar con el estómago asestándole golpes en el pecho) la alejaron momentáneamente del mundo musical.
Cuando los amigos de su madre se trasladaron a San Francisco, Etta se pateó la calle con soltura: sin acudir al colegio, se escapaba para beber y para cantar en las esquinas junto a un puñado de amigas, las Creolettes. El destino quiso que Johnny Otis, el blanco defensor del R&B  y de la música negra en general (compositor, productor e intérprete quien falleció hace unos pocos días, casualmente unos días antes de su antigua protegida) la agenciara un contrato discográfico después de admirar su potente voz en la calle.
Bajo la protección de Johnny Otis, Etta grabó una composición propia para Modern Records “The Wallflower”, que fue un éxito rotundo en las listas de R&B estadounidenses: su casi explícita alusión sexual (Etta James la grabó a dúo con Richard Berry) no pasó desapercibida para los oyentes inteligentes. Corría el año 1955 y Etta James, con solamente 17 años, vivía bajo la tutela, artística y legal, de Johnny Otis: su etapa en Modern Records fue prolífica y llena de calidad (como casi todo su trabajo, por otro lado), grabando con muchos músicos de renombre, como Allen Toussaint o Harold Battiste, casi todos ellos de Nueva Orleans. También grabó góspel, junto a Rosseta Thorpe, en su tema “Strange Things hapening”.
A través de un novio suyo de la época (un integrante de The Moonglows), james recala en Chess Records, en 1959. Allí, deslumbra en lo que puede considerarse la etapa cumbre de su carrera (lo cual es mucho decir); también grabó su voz para otros artistas de Chess, haciendo coros, por poner un ejemplo ilustre, en “Back In The U.S.A” de Chuck Berry. En sus catorce años en Chess, la James solamente recibió 10.000 dólares de ganancias por sus ventas: es legendaria la tacañería de Chess, que compensaba a sus artistas con fastuosos Cadillacs. Por esa época, James acrecentó su consumo de heroína, gastando sus ingresos (los más numerosos, provenientes de sus conciertos) en camellos: es famosa la anécdota que cuenta que, por conseguir una dosis, su camello de 80 años la obligó a una felación.
En 1967, James se traslada a los estudios Muscle Shoals, en Alabama, para grabar un disco legendario y, para el que suscribe, el más sustancial: “Tell Mama”, en el que se incluía su éxito imperecedero “I’d Rather Go Blind”, un clásico atemporal versioneado por múltiples bandas y artistas.
Sin embargo, la vida personal de Etta se iba deteriorando progresivamente: fracasos sentimentales se entremezclaban con su desesperada adicción a la heroína, de la que consiguió recuperarse en los primeros setenta.
Después, su carrera sufrió altibajos, con joyas eternas, alternando con discos flojos, aunque pasables casi siempre. Aunque su directo siempre fue aplastante y avasallador (abrió los conciertos norteamericanos de los Rolling Stones en 1978).
De aquí se ha ido Etta James, fuente inagotable de inspiración (que se lo pregunten a Janis Joplin, por ejemplo). Torrentes de energía todavía permanecen en mis oídos. Esta misma semana no he parado de escuchar su “I Worship The Ground You Walk On”. Siempre la tendré entre los ilustres.