Las virtudes de la senectud y la vuelta a las raíces

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Siempre es una noticia alentadora saber que Allen Toussaint publica una obra nueva, inmaculada. Sobre todo, porque Toussaint ya es toda una leyenda viva y, además, porque no se prodiga en obras personales, dedicándose, en cambio, a producir a otros artistas, a componer y a introducir sus ya personalísimos arreglos en obras ajenas.

Currante musical desde los años cincuenta, Toussaint es toda una institución venerada en Estados Unidos. Un auténtico creador de un sonido perfectamente distinguible y radicalmente único. Una rata de estudio, productor de gemas perdidas en la mala memoria del mercado.

Un pianista. Heredero de la más vetusta tradición de los pianistas de su ciudad (no puede ser otra que Nueva Orleáns señores), Toussaint es un prodigio al teclado. Un dechado de ritmo y compás. Un alborotador, con dos manos provoca el efecto de toda una orquesta. Un rendido admirador del rey, el Professor Longhair, ese pianista genial que absorbió las influencias caribeñas para aplicarlas a la música tradicional del sur y que dio lugar a ritmos insospechados, que se convirtieron en marca indeleble de la ciudad que sufrió el paso del “Katrina”.

De todos modos, creo que, para alguien que haya escuchado un disco de Toussaint – incluso, producido, arreglado o compuesto por él, sin que él participara en las labores interpretativas-, no es necesario explicar su sonido. En realidad el sonido de este chamán musical es completamente indescriptible.

Como venía diciendo (mi escritura es tan errática como una noche de aventuras etílicas), este hombre, a sus 72 años, ha publicado nuevo disco y, esta vez sí, bajo su propio nombre.

Y permítanme hacer solamente un aparte, aunque sea, en realidad, una reflexión íntima que comparto con ustedes. Últimamente, y echando la vista atrás, creo que solamente escribo sobre músicos que alcanzan o, como en este caso, incluso sobrepasan la setentena. El artículo sobre Levon Helm y su nuevo disco es el último ejemplo. Aunque, no estoy seguro, quizás esté exagerando. Pero el hecho es que músicos que, con total tranquilidad, mi hija llamaría viejos, están publicando obras de una calidad asombrosa. Recito de memoria: Mavis Staples, Neil Young, Bob Dylan, JJ Cale, Randy Newman, Tom Waits, Pinetop Perkins, el mismo Levon Helm……………….solamente quería mostraros una reflexión incompleta que, por supuesto, no va a ningún lado. Curiosa constatación.

El disco se llama “The Bright Mississippi”. Allen Toussaint: “El repertorio escogido para el disco….nunca lo toqué antes. Nunca acaricié sus melodías, aunque siempre escuché esas canciones, de cuando en cuando. Incluso en los conciertos que realicé en mi época más frenética, nunca toqué estos temas sino que siempre recurría al último éxito radiofónico. Siempre me han encantado estas canciones, pero nunca había estado inmerso en un entorno que me obligara a grabarlas. Hasta ahora”.

El repertorio al que se refiere Toussaint es la historia viva, no solo de Nueva Orleáns, sino de la música norteamericana: canciones de Louis Armstrong, de su maestro King Oliver, del clarinetista legendario Sydney Bechet, del pianista no menos legendario Jelly Roll Morton, del genial guitarrista Django Reinhardt, de Duke Ellington y de Thelonius Monk. Un repertorio de clásicos en toda regla. Y un tributo merecido a los maestros.

El disco se ha grabado en los estudios Avatar de Manhattan, Nueva York, bajo la supervisión del productor Joe Henry, él mismo compositor y cantante: “Quería rodear a Allen de gente que no estuviera atada a ningún género en especial. Yo había trabajado con Brad Mehldau (pianista) mucho, y con Marc Ribot (guitarrista) había tocado muchas veces, sé de lo que son capaces. La única manera que teníamos de explorar esta música era traer a gente que la apreciara y que la conociera muy bien, pero que no estuviera atada a ella de ningún modo”

Ciertamente la nómina de músicos es arrolladora: además de los impecables Mehldau y Ribot, intervienen el bajista David Piltch, el clarinetista Don Byron, el trompetista Nicholas Payton, y el baterista Jay Bellerose, además de una colaboración estelar del saxofonista Joshua Redman.

“Fue maravilloso. Por supuesto, todo es en directo. Todo fue hecho a la vez, así que todo el mundo estuvo interconectado, conectaron su personalidad y tonalidad”, señala Toussaint.

Como sabéis, siempre me ha fascinado el jazz, principalmente, y entre otras muchas cosas, por la inmediatez, la frescura y la interacción entre los músicos. Algo que, incluso se puede palpar. Materialmente. Los grandes discos de jazz – y muchos de blues – se grababan en una sola toma, después de pocos ensayos. Siempre quedé incrédulo cuando en los créditos aparecía “grabado el tantos de agosto de 19……”. Coño, todo en un día. Inexplicable, me decía.

Pero es cierto. Y Toussaint abraza, en este disco, los orígenes del jazz, la música tradicional de su ciudad.

Muchos han descubierto a Toussaint, a raíz del disco que publicó junto a Elvis Costello “River In Reverse”. Pero es solamente un grano de arena en la inmensidad del desierto. Este disco es un auténtico acontecimiento. Pero mi consejo es bucear en las profundidades musicales de este inmenso creador, a través de la ristra de centenares de discos que compuso y produjo para artistas hacinados en mi cuarto oscuro.

Un coloso que publica su último disco. Es imperdonable que no lo haya sabido antes. Está publicado desde abril ¿alguien se ha enterado? Por supuesto que no. Pero, una de cal y otra de arena: el próximo 18 de julio estaré gozando con Allen Toussaint y su concierto de solo piano en el Festival de Jazz de Vitoria. Pata Negra.

«The Bright Mississippi», está editado por Nonesuch Records (2009)