Una tarde de arte y ensayo con Sweet Daddy & The Rays

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You know, I once knew a woman who looked like you,
She wanted a whole man, not just a half,
She used to call me sweet daddy when I was only a child,
You kind of remind me of her when you laugh.
In order to deal in this game, got to make the queen disappear,
It’s done with a flick of the wrist.
What’s a sweetheart like you doin’ in a dump like this?

(Bob Dylan, “Sweetheart Like You”, 1983)

Cuando propuse a Mon Castellanos, el baterista de Sweet Daddy & The Rays, concertar una entrevista para publicarla en nuestro querido Requesound, me sugirió inmediatamente que acudiera a una tarde de ensayo para experimentar de primera mano la significación de esta banda: su significado musical y su clima personal. Y déjese de entrevistas al uso, pardiez.

Los ensayos son un aspecto esencial para desentrañar el significado de una banda. Te sumerges, sobre todo, en el clima personal. Observas la relación humana existente entre los individuos que configuran una banda, los deseos y aspiraciones de cada instrumento. Inevitablemente, descifras enseguida el liderazgo del grupo. En definitiva, te metes en las cloacas, en las entrañas. Descubres el meollo de la creatividad, del engrase. La puesta a punto.

Mon Castellanos es el baterista, que lo fue también de los DelTonos (empuñó las baquetas en sus dos primeros álbumes “Tres Hombres Enfermos” y “Bien, Mejor”, los momentos de expansión de la banda, currándose bolos por todos los garitos de España);es mi conexión con este grupo de rock. Y, sobre todo, una persona excelente y un músico grande.

Mi relación con Mon se remonta a nebulosos tiempos: tiempos de juventud plena, tiempos de inquietudes musicales todavía no agotadas, ingenuas muchas veces, pero repletas de ilusión. Recuerdo que pinchábamos, si la memoria no me traiciona, en el mismo bar, aunque en turnos diferentes. Y la conexión musical fue siempre inmediata, siempre dentro del respeto que mantengo con su solidez como baterista. Siempre hemos compartido héroes musicales, sólida afinidad.

En su etapa subsiguiente a los DelTonos, Mon formó el germen de Sweet Daddy & The Rays, junto con un norteamericano de Detroit, Scott Ray Bango. Un americano en Cantabria y un músico curtido en la solidez tradicional de la tierra que parió a Iggy Pop, a los MC5 y, lo que son palabras mayores, a toda la plana Motown. Pusieron en marcha, junto a otros músicos enamorados de Marvin Gaye, de Al Green y demás reyes del funk y del soul, los Backstabbers, un delicioso grupo enraizado en los recodos rítmicos del funk y del soul.

Fue entonces cuando volví a descubrir la musicalidad de Mon en ejecución. Fue por esa época que nos intercambiábamos nuestro entusiasmo por Al Green y por su embriagadora sección rítmica.

Pasados unos años, Scott y Mon gestaron los Rays (del nombre de Scott Ray y Mon en inglés). Con una inclinación puramente rock, rock sólido y de fuertes raíces norteamericanas – la conexión es obvia -, he tenido el privilegio de poder asistir a su fantástica y asombrosa evolución.

Un día ventoso, un día propiamente norteño. El local de ensayo, aún a pesar de estar a diez minutos del centro de la ciudad, es decididamente bucólico. Prados verdes, vacas pastando y la mar acechando a pocos metros de distancia. Bromeando, referencias al clima campestre aprovechado por Dylan y The Band en su Big Pink de West Saugerties, en Nueva York.


Hay que montar todo antes de comenzar el ensayo. Después de dos conciertos de gloriosa confirmación, puedo aseverar que estos chicos están en estado de gracia. El viernes anterior al ensayo que nos ocupa, pude asistir a su directo, después de seis meses sin verles. Y puedo decir que nos encontramos con una banda adulta, compenetrada, engrasada, cohesionada. Impresionante su directo, diversión asegurada. Rock and Roll con convencimiento y plenamente comprometido. Hacen lo que realmente sienten, lo que realmente los une, rock de factura clásica. Y lo hacen de maravilla. Comunión musical a niveles impactantes. Y, entre el público, músicos que gustan de la factura musical de la banda: Macaya de DelTonos y Chicktones y Quique González, escondidos entre la afición, pero agradecidos.

Además de Mon y Scott, me encuentro con Balbino, el guitarrista eléctrico de la banda, además de Scott, quien para el ensayo se cuelga la acústica. Con Fran, el bajista serio que estudia en el Conservatorio. Y con Javi, el teclista, el rellenahuecos que cuelga una sonrisa permanente.

Después de montar los instrumentos, de apurar unas cervezas, el pequeño local, el entrañable caseto cerca del mar, desafía al viento ululante y descarga notas de rock and roll. Me tienen pillao: comienzan con “Let It Be”, para calentar. Saben lo que hacen. Saben como agradar a sus invitados. Música personalizada.

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Sus versiones son ejemplares. Realmente vuelven a leer la canción y no reproducen el tema elegido: Van Morrison, Beatles, The Who……pero Scotty ha compuesto coplas propias y me las enseñan de nuevo: buscando el tempo, vuelven a empezar…..todo ello para concluir que son coplillas de una consistencia realmente de agradecer, de una construcción muy bien alicatada. Reverencias a los grandes maestros, sin caer en el plagio ni en groseras imitaciones. Scotty se queja de que la banda no le deja interpretar en castellano, aunque cuela un tema en nuestro idioma, “Tu Tranquila”. Retazos sueltos que me vienen a la cabeza de Wilco, de Neil Young, incluso de Elvis Costello. Madurez.

Una de las características más firmes de esta banda es su cultura musical. Scotty reivindica al gran rock americano e, incluso, lo personifica. Scotty toca frente a su banda, durante el ensayo, cara a cara con sus músicos, un director de orquesta. Complicidad, miradas que resumen un mundo. Decididamente estos tipos chupan raíces de la gloriosa música de América. Entre tema y tema, Hablamos de Todd Rundgren, de Simon & Garfunkel. Siempre hablamos de The Band. Aunque, sorprendentemente, no en esta ocasión. Y sí en otras circunstancias más convenientemente etílicas.

Mon Castellanos canta y toca la batería. Y siempre es una referencia Levon Helm. Tarea ardua la de ser un baterista excelente y poder cantar versiones escalofriantes de “All Things Must Pass” de George…….Aunque el cantante principal sea Scotty, Mon se lanza al vacío en muchas ocasiones. Y el riesgo en una banda siempre es de agradecer.

Ya sabéis que me gusta la honestidad, el entusiasmo la coherencia, y también la cultura musical de los grupos e individuos que se dedican a este arte. Y esta banda destila todos estos factores. Sobre todo el entusiasmo, la fe en su música es lo que les ha posicionado en el panorama musical de esta tierra baldía. Para mí, es la mejor banda de Cantabria, con permiso de los Chicktones y los ya inevitables DelTonos. La mejor, porque ya se lo pueden creer, porque han demostrado que aprenden rápido (si hubiera necesidad de aprender más de lo que ya saben), han demostrado que son ya una realidad y no un mero proyecto. Tienen por delante un futuro esplendoroso.

Ahora les toca grabar. Con la consistencia suficiente y demostrada con creces, es urgente que se curren un esperadísimo debut en estudios de grabación. Y en ello están.

Y, por si todavía no habéis descifrado el significado de la estrofa de Dylan que encabeza este artículo, se llaman “Sweet Daddy” en referencia a esta canción del de Duluth, incluido en su “Infidels”. Todo un estandarte. Un buque i