De vez en cuando la vida te besa en la boca y parece que renuevas tu confianza en la existencia de personas verdaderas que embellecen tu espíritu y te enseñan los secretos de volar……….. Y eso es lo que ha sucedido este fin de semana en las acogedoras y hospitalarias tierras murcianas, donde hemos podido asistir a esa excepcionalidad sin pretensiones, con ribetes mágicos, que todo concierto de Los Marañones exhala.
Pero es difícil separar, en este caso, lo humano y lo puramente musical. Gracias al jefe de esta página, el entrañable Txus y su compañera Carmen, mi amiga Ankara y un servidor tuvimos los arrestos necesarios para, bajo un calor asfixiante y en plena canícula, coger carretera y plantarnos en una Murcia caldeada a cuarenta grados. Y los músicos estaban allí, esperándonos para comer. Y comimos y bebimos. Y charlamos y reímos. Y volvimos a llenar la copa. Y animamos a Miguel a que tocara el ukelele, pero no hubo manera…….Y conocí a esegese, otro ser humano de dimensiones XXL.
Y nos fuimos a descansar, calentando motores (con un buen té con orujo de mi tierra que Carmen y Txus atesoraban) para asistir a la ceremonia. Allí estaba Ricardo, ese núcleo marañón, ese procesador de melodías calladamente amable, cálidamente accesible. George. Hablamos mucho sobre George, sobre Paul Simon, sobre Pink Floyd, ya sabes, de menudencias ………Román, el sabio ilustrado de la música, una especie de cajón de sastre musical andante, al que debo mi implicación apasionada en esto del Requesound. Y el sexy Pedrín, ese tipo callado quien, sin embargo, siempre tiene una sonrisa que regalarte y un sincero apretón de manos.
Y ¿qué quieren que les diga del concierto? Escribir siempre me resulta una tarea ciclópea y si es sobre un concierto de Los Marañones, todavía más. Son muchos momentos inexpresables, casi inaprensibles por el difícil arte de conjugar palabras.
Si os digo que fue una obra de arte en sí mismo, me quedo corto. Miguel, sudoroso tras el bolo, me dijo que había sido largo. Y yo pensé que todo había pasado como un leve suspiro, pero, parafraseando al poeta, todo pasa y todo queda…….y, voto a bríos, el concierto marañón siempre permanece en tu memoria. Inspirado, es un pobre calificativo. No encuentro otro. Y tener a Ricardo Perpén a tu lado, regalándome comentarios sobre los temas que iban sucediéndose, es todo un privilegio. Un privilegio de antiguos príncipes feudales. Solamente me quedé con las ganas de abrazar a Campoy, quien atacó los teclados con una fiereza y una sutileza sublimes.
Ya me siento un privilegiado por pertenecer a esa extraña familia que es el mundo marañón. Un mundo de unos cuantos amigos que tocan y componen juntos, que rematan el mejor directo español de la mejor banda de rock en castellano. Y siguen sin creérselo. Y siguen cruzando las galaxias para obsequiarnos con instantes tan repletos de esencia, como lo vivido este fin de semana. Y siguen sin creérselo.