El Cuarto Oscuro: Bobby Charles

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Robert Charles Guidry. Seguramente nadie conoce este nombre. Aunque si digo Bobby Charles, nadie, excepto algunos devotos de The Band (entre los que me incluyo), tampoco se atrevería a afirmar que este tipo ejerció como héroe musical en su Lousiana natal. Incluso en Lousiana, hay muchos aficionados que se encogen de hombros cuando se les menciona su nombre artístico.

Étnicamente, Charles es un Cajun (descendiente de colonos franceses, provenientes de Canadá, al menos eso tengo entendido), un grupo étnico poblador de Lousiana, tradicionalmente marginado y cultivador de una música festiva y extraordinaria. Charles escuchó con fruición la música de su pueblo, mientras conjugaba su pasión con escuchas furtivas en la radio de Hank Williams.

Su infancia transcurre en la más absoluta pobreza, dependiendo del ínfimo salario de un padre, conductor de un camión de gas. Evadiéndose de la sordidez rural siente pasión por la música y a los catorce años se enrola en una banda de instituto.

Bobby levantaba pasiones, por su característico rizo a lo Estrellita Castro, su pelo engominado, su constitución atlética y su voz. “Nadie en mi familia quería que me involucrara en el negocio de la música, pero siempre me encantó. La primera vez que escuché a Hank Williamas y a Fats Domino, me dejaron alucinado. Cuando era un chaval, solía rezar para convertirme en un escritor de canciones como ellos. Supongo que mis oraciones fueron escuchadas”.

Y tanto que fueron escuchadas, ya lo creo. Inspirado por sus devaneos por los bares y por la parroquia que acudía a los mismos, Bobby escribe “See You Later Alligator” y ,casualidades de esta vida (quizás los hechos más importantes en la vida de un hombre vienen determinadas por meras casualidades), a través del dueño de una tienda de discos de Louisiana, amigo de Leonard Chess (el de la Chess de Chicago), contacta con éste telefónicamente e interpreta la canción en vivo y en directo. Chess le contrata, pensando que era negro y le asegura la grabación del single, adoptando el nombre artístico de Bobby Charles por primera vez. Corría el año de 1955 y Bobby tenía solamente 17 años.

Después de graduarse en el instituto, el joven Charles se embarca en una gira, promovida por Chess, siendo el único blanco en la expedición. Su condición de único blanco entre artistas negros le valió ser el destinatario de muchas amenazas, criticándose su indeseable interacción con la “escoria negra”.

“Nunca quise ser una estrella. He tenido suficientes problemas, te lo aseguro. Si solamente conseguiría ser escritor de canciones, sería feliz. Gracias a Dios he tenido la inmensa fortuna de que mucha gente haya grabado mis canciones”.

Después de grabar para Chess durante dos años, Bobby se va a Imperial Records, después de que su primer single fuera popularizado por Bill Haley y sus Comets. Siendo un artista solamente dirigido hacia el público racial, Charles se fue curtiendo desde su sensibilidad “cajun” para la música. Sin embargo, su suerte como intérprete no corrió paralela a aquélla como escritor de canciones. Colabora con muchos grandes, entre otros, Fats Domino o Clarence “Frogman” Henry, durante los años sesenta.

Y también vive, durante la década prodigiosa, al límite. Compañero de juergas de muchos, entre otros Neil Young y Bob Dylan, no recuerda con demasiado afecto esa época: “Amar y perder, conozco ese dolor. Y la cocaína mató a muchos de mis amigos. Richard Manuel (componente de The Band) se ahorcó en una cochambrosa habitación de motel. Y luego está Paul Butterfield. Odio esa droga”.

Cuando empiezan los setenta, Charles se mueve a Woodstock, en el estado de Nueva York, lugar de residencia de The Band. Allí es donde se pergeña su debut discográfico en formato Long Play, con la ayuda de su íntimo amigo y miembro de The Band, el maravilloso Rick Danko. En realidad, toda la Banda, excepto Robertson, toca en el álbum “Bobby Charles”, toda una obra maestra ya comentada en su día por un servidor en estas mismas páginas (en la sección “Discos”). Toda una maravilla, con colaboraciones de amigos insignes de Bobby, aparte de The Band, Dr John, Amos Garrett, o John Simon.

A pesar de ser un álbum delicioso “Bobby Charles” no vendió un pimiento y, después de grabar con Paul Batterfield, Bobby, desencantado, abandona el negocio y se retira hasta que aparece como un fantasma en el disco “The Last Waltz” (no así en la película del mismo nombre), la magnífica despedida que The Band celebró en el Winterland de San Francisco, en 1976.

Después de grabar con el fabuloso Spooner Oldham (grabaciones que no vieron la luz y que podrían cotar la respiración), Bobby se recluye. Y lo hace a lo grande: en más de una década nadie sabe de él. Sin embargo, sus apariciones han sido completamente esporádicas, puntuales, con cuentagotas. Grabando álbumes muy concretos, con altos y bajos.

Enamorado del mar, Bobby ha vivido en el golfo de México hasta que, en 2005, el huracán Rita destrozó su hogar.

Ahora vive en una caravana, a las afueras de su ciudad natal de Abbeville. Casi como un ermitaño: “Realmente no tengo a nadie, no tengo mucho en común con la gente con la que fui al instituto. Todavía les quiero como amigos, pero no tengo nada que decirles. De todos modos, no se creerían ni la mitad de lo que me ha sucedido en la vida. “

Discografía recomendada:

“Bobby Charles”, Stony Plain, 1972
“Secrets Of The Heart”, Stony Plain, 1998