El Cuarto Oscuro: Cosimo Matassa

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Para comprender los primigenios ingredientes y el desarrollo posterior de una música que pasó a conformar lo que hoy se considera música funky, el funk originario de la ciudad de Nueva Orleáns, el sonido irrepetible de una ciudad que fusionaba los ingredientes criollos, conformados por ecos de la música francesa de los colonos, el ritmo inmemorial de los esclavos negros, hay que contar con una personalidad esencial: Cosimo Matassa. Productor, ingeniero de sonido y cocinero de uno de los sonidos más rabiosos, genuinos y desbordantes de la música popular norteamericana.

Matassa fue un ítaloamericano con inquietudes musicales. Sus padres poseían una tienda de alimentación en el Barrio Francés de la ciudad sureña y el jovenzuelo Cosimo pasaba los ratos embebido en una música que se podía respirar en el ambiente sofocante y húmedo de las noches mágicas de Nueva Orleans.

Los progenitores preocupados sobre el porvenir del joven Cosimo, le obligaron a matricularse en la facultad de Químicas, pero Cosimo tenía clara su dirección vital: la música. Atreviéndose a abrir su propio negocio, después de lamentar haberse matriculado en una carrera que no le satisfizo en absoluto, Matassa decide abrir un estudio de grabación en la trastienda de la tienda de alimentación de sus padres, en la calle Rampart en el corazón del barrio francés de Nueva Orleáns. Corría el año de 1945 y el R&B primigenio, lo que más tarde evolucionaría hacia el rock and roll, encontraba en Nueva Orleáns un caldo de cultivo en permanente ebullición.

En ese estudio diminuto, Matassa comienza a fraguar el sonido irrepetible del R&B de Nueva Orleáns. Dr John, un asiduo músico de sesión por aquellos tiempos y estrecho colaborador de Matassa lo recuerda con claridad: “Cosimo era la clase de ingeniero que creía en una clase de sonido. Raramente modificaba algo, desarrolló lo que se conoce como el sonido de Cosimo que consistía en una batería fuerte, un bajo denso y poderoso, un piano y vientos ligeros y una voz solista poderosa. Fue el comienzo de lo que, con el paso del tiempo, se ha venido en llamar el sonido de Nueva Orleáns”.

El propio Matassa hace gala de una humildad inusual en la industria: “Durante toda mi carrera lo único que he intentado hacer es ser transparente. Escuchaba a los músicos en los clubs y lo único que quería era ser fiel al sonido original, obtener en disco lo que hacían en directo. Nunca intenté darles forma”.

En 1949, Matassa hace historia: graba a un talento local, Fats Domino, en su pequeño estudio; para ello, se escoge un tema, variación de una canción tradicional de la ciudad, titulado “Junker’s Blues”. Domino y Matassa lo transforman en “The Fat Man”, el primer single de Domino y, para muchos, el primer disco de rock and roll de la historia.

A partir de entonces, Matassa adquiere un prestigio especial en la industria y graba a talentos como Ray Charles, Profesor Longhair o Lee Dorsey. Obtiene un éxito arrollador con Roy Brown, con el tema “Good Rocking Tonight”. El estudio portaba las iniciales del padre de Cossimo J&M studios (John Matassa), aunque, con el éxito obtenido por el joven Cosimo (fundó el estudio con apenas 18 años), fue cerrado. En 1955, Cosimo funda un nuevo estudio, mucho más amplio y evolucionado tecnológicamente. Aunque la figura de Cosimo parecía invisible, a causa de su obsesión por no sobreproducir la música que transmitían sus artistas: “Lo más importante de un disco es saber transmitir emociones. Si transmite emociones, de tal manera que puedas gozar de ellas, ya tienes esta experiencia placentera. Luego, gastarás dinero en ella. Puede ser un disco o un sombrero. Realmente no hay mucha diferencia. “

Uno de los músicos asiduos en el estudio Matassa (todo un ejemplo de mezcla de razas en los duros y se segregacionistas años sesenta) fue Allen Toussaint. Habla Matassa: “Era un tipo muy creativo en el estudio. Podía adaptar una canción a un cantante en particular, podía adaptar un arreglo a una canción y a un cantante, y realmente lo conseguía. “

La pureza y crudeza del sonido Matassa puede oírse claramente en las grabaciones que Little Richard hizo en el estudio, un ejemplo de integridad artística y realismo desgarrador. Con músicos de sesión completamente alucinantes: El propio Dr John, o el esplendoroso baterista Earl Palmer y otros muchos músicos anónimos que pasaron a conformar una pléyade impresionante que poblaron la ristra de éxitos que suman el legado de Matassa.

Se retiró en 1980 para pasar a regentar la tienda de alimentación familiar en Nueva Orleáns. Algo inusual en un hombre que ayudó, como pocos, a desarrollar el rock and roll tal y como hoy lo conocemos. Preguntado por la situación de la industria música en nuestros días Matassa confiesa: “Realmente estoy alucinado con la actitud de algunos músicos. Es como si estuvieran para entretenerse a sí mismos y eso es desafortunado, como consecuencia de la falta de disciplina. Yo creo que les hace mucho daño”.

“Soy un entusiasta de la vida. Fue una vida maravillosa. Cobrar por escuchar toda esa música genial por tanto tiempo. Lo disfruté al máximo, no tengo ninguna queja. Si tuvieras que ponerme un epitafio en mi tumba, sería “no hay lamentaciones”. Buenos tiempos, malos tiempos, pero, coño, fue tan divertido”

Imprescindible: «The Cosimo Matassa Story», Varios Artistas. Proper Records