Me encanta Ethan Miller. Desde sus inicios con las experimentales jams de Comets on Fire hasta hoy han pasado unos años, pero la inquietud por no anclarse y crear un lenguaje propio sigue firme y cada día más brillante. Howlin’ Rain comienza a rodar en el año 2006 cuando editan su primer y homónimo disco y tras verlos en directo, Rick Rubin los ficha para su sello American Recordings con el que graban su segundo largo, el aclamado Magnificent Fiend (2008). Sus ansias experimentales hacen que ese mismo año editen una jam entre Howlin’ Rain y algún Comet on Fire llamada Wild Life, con versión de 18 minutos de la canción de McCartnery por una cara y una improvisación de otro tanto en la otra. Hasta el año 2010 no paran de girar y grabar pero es aquí cuando deciden tomar más tiempo para preparar el que sería su tercer disco: The Russian Wilds. De nuevo con Rick Rubin, mientras el productor está ocupado con otros grupos, van componiendo los temas y editan, para hacernos más corta la espera una delicia de EP de tres canciones llamado The Good Life. Además entre la gira del Magnificent Fiend y la preparación de la grabación abandonan el barco varios músicos siendo reemplazados y quedando finalmente la formación con Ethan Miller (voz y guitarra), Joel Robinow (voces, guitarra y teclados – junto a Ethan único superviviente de la formación original), Raj Ojha (batería y percusión, ex-Comets on Fire), Cyrus Comiskey (Bajo) y, poco antes de empezar la grabación reclutan a Isaiah Mitchell (voces y guitarra).
Esta es la banda que ha grabado uno de los discos del año y, si me lo permiten, del siglo en el que andamos. Un disco de rock con un gusto exquisito, donde se unen retazos sureños y folk con soul, hard rock con psicodelia y hasta ritmos latinos con jazz. El sonido es impresionante con grandes hammonds, guitarrazos sublimes, baterias y percusiones desde lo tribal a lo sofisticado, voces desgarradas y coros celestiales. Comienza este The Russian Wilds con un trallazo al estilo rock sureño con desarrollo instrumental final con excelentes melodías de guitarras y estribillo de bellas armonías vocales para seguir con el single, Phantom in the Valley, un tema que podría ser el cruce imposible entre Hotel California y una balada de Scorpions con final latino, voces santaneras y trompeta fronteriza de altos quilates.
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🙂