Nada tenemos que descubrir cuando mencionamos el nombre de Josele Santiago, que si enemigos por aquí y por allá, que si el tipo ya no toca la eléctrica, que si el tipo ya no es tan duro como era antes, que si se ha amariconao……..
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La música de este disco equilibrao habla por sí sola. Un disco que, instantáneamente alcanza el estatus de clásico. Y es que Josele es ya, muy a su pesar quizás, todo un clásico del rock en castellano. y este disco es la confirmación.
O se es Joselista o no se es. Porque o te cae bien o te cae mal. Me refiero al mundo de Josele, tan íntimamente personal y, a la vez, tan rematadamente universal: perros, bares muchos bares, aviones, el viento, los peces, amigos que se fueron pero que se esconden en las nubes…..
Yo soy Joselista hasta la médula. Por eso no me atrevía a escribir una reseña de este Loco Encontrao, un título que revela siquiera un atisbo de que Josele ha encontrao su sitio y quie se siente cómodo en él. Y eso se nota. Lo notan los Joselistas y los que no lo son.
Con un sonido atemporal y con canciones monstruosas («Ciempiés», «De repente nada», son las más descaradamente brutales), Josele prosigue su camino de músico descaradamente honesto, cultivando, además, esas letras que nadie más puede escribir. Y haciendo la maravillosa versión, tan castiza ella, del «Ain’t Misbehavin'» de Fats Waller, como nadie más se atrevería a hacerlo. Solamente Josele puede encontrar ese punto tan de la calle a una canción de jazz.
Qué le voy a hacer, coño, si uno es Joselista y proclama que este disco ya es todo un clásico y que es lo mejor publicado aquí en este año que termina. Y que la banda que lo acompaña no puede ser mejor. Es que las menudencias pueden ser lo más importante de esta vida, vamos, en un momento dao.
Y joder Josele cómo te lo montas coño. Nos vemos en los bares para cantar esas canciones tabernarias. Y por muchos años.
