The Brew en Mardi Gras (A Coruña) – Música celestial (12/03/2011)

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Apiñados como sardinas en lata esperábamos el comienzo del concierto cuando poco despues de la hora prevista salió al escenario el presentador de la velada: «Os presento a un grupo que es una familia: el padre al bajo, el hijo a la batería y a la guitarra el espíritu santo. Con todos vosotros ¡¡THE BREW!!» Y eso viene a resumir la atípica formación de este grupo formado por un padre, Tim Smith al bajo y coros, su hijo Kurtis de 23 años a la batería y Jason Barwick, de la quinta de Kurtis a la guitarra y voz que salieron al escenario para dar su último concierto de una gira española que en un mes les llevó a visitar diecisiete ciudades y desde el principio aquello prometía ser grande.

The Brew, provenientes del noreste inglés, beben especialmente de la música hecha a finales de los sesenta y principios de los setenta, siendo sus principales referencias Cream, The Jimi Hendrix Experience, Led Zeppelin o The Who de la época y a fe que hacen justicia a esas bandas. Tim Smith, el veterano, aporta seriedad y cordura en las líneas de bajo aunque siempre atento a las partes jam del concierto; detrás a la batera, Kurtis se destaca como un batería imaginativo y de gran pegada, con un estilo sin ninguna duda deudor del mítico Bonham… y a la guitarra… pues qué decir… ver a un chaval de apenas 23 años siendo el líder absoluto de la banda, cantando bien, involucrando al público y con una presencia escénica abrumadora pues impresiona un poco, pero es que verlo tocar la guitarra con un salvaje estilo forjado entre los riffs de Hendrix y Page, una paleta de sonidos espectacular, cuidada y perfecta para cada pasaje y al mismo tiempo saltado, comunicándose, disfrutando y haciendo disfrutar es algo sólo reservado a los más grandes. Y este es Jason Barwick, un chaval que tras lo visto el otro día está entre los mejores guitarristas de la actualidad y sin duda es el mejor de su generación.
El concierto empezó calentito con dos temazos de rythm&blues potente marca de la casa entre ellos la espectacular Postcode Hero y siguió con una versión de Little Wing que ponía la carne de gallina: desde Stevie Ray Vaughan no ha habido una versión más inspirada de esta gran canción. Más acelerada que la original y cogiendo tanto de la versión del de Seattle, como del de Texas con la cosecha propia esencial para que una versión siga viva consiguió que la magia llegara por primera vez a la Mardi. Y con el público ya rendido a esta infusión psicotrópica, llegaron uno tras otro temas de sus dos LP’s enredados con apasionantes jams en los que la guitarra de Jason y la batera de Kurtis se entrelazaban escupiendo riffs, redobles, contratiempos y ritmos sincopados con Tim disfrutando como un enano sosteniendo los temas y viajando a donde los chavales lo llevaban. Así cayeron Surrender It All, The Joker y KAM, un temazo contenido en su último disco «A Million Dead Stars» con la Strato susurrando como la de Hendrix en Castles Made of Sand . 
Pero todavía quedaba más y para rendirle tributo a Led Zeppelin, Jason sacó el arco de violín se marcó una canción entera utilizándolo para rasgar, golpear y hacer aullar a la Les Paul que agarró para la ocasión; ahí queda eso, si Page hacía una intro psicodélica con el arco, Barwick, intro, psicodelia, riff y estribillo, la canción entera ¡qué coño!. Y aquí llegó el solo de batera de Kurtis… si recordais el solo de Bonham en The Song Remains The Same, pues por ahí anduvo la cosa… de hecho parecía un homenaje al gran Bonzo incluyendo la parte del solo tocada con las manos directamente y que levantó aún más al público asistente. Tras esto y amago de huida, bis con A Million Dead Stars y medley final entrelazando salvajes riffs de los Who (sin duda la pose escénica de Jason con sus brincos, molinillos, etc. tiene mucho que ver con el amigo Townshend) para terminar con un explosivo mix de canciones de Zeppelin en apoteósico final.
Lo que les puede faltar a The Brew es un gran disco, ya que entre los dos largos que tienen editados, cuentan ya con unas diez buenas canciones y otras más irregulares pero, si hay justicia, será la última vez que podamos ver esta banda en una sala de aforo tan reducido que, en todo caso, sonó perfecta y nos permitió tener a un palmo a un genio de la guitarra, un batería guerrero y atrevido y aun padre orgulloso y encantado de verse entre tanto talento sin desentonar un milímetro cual Billy Cox en la Isla de Wight.