Abrumado por la promiscuidad mediática de Josele Santiago en las últimas semanas, no me he permitido asomarme a esta querida revista de rock and roll en la que siempre se ventilan acontecimientos dignos de mención, como es, siempre, la publicación de un nuevo disco del músico madrileño. Y es que, en Requesound, nos gustan las cosas reposadas, maceradas, sin seguir la corriente mediática reinante que busca, siempre, la inmediatez.

Siempre rehúyo  instintivamente lo que apedrean los medios con insistencia y de manera reiterativa…intento alejarme y poder vislumbrar el objeto de deseo desde la perspectiva más clara que suele dar el tiempo transcurrido, para no dejarme intimidar por algunos prejuicios y clichés que se vierten en las entrevistas o en las críticas. Lo mismo me ha ocurrido con la publicación de “Transilvania”, la última obra de Josele: puse tierra por medio y me dije que volvería cuando el ruido hubiera disminuido su molesto volumen. Pero, ¡ay! éste parece que no desfallece, por lo que decidí abordar las escuchas de rigor, impelido, además, por un invencible deseo de sumergirme en la nueva colección del exquisito repertorio del madrileño.
Además, he podido disfrutar con intensidad el directo que acompaña el lanzamiento de su último ramo de canciones,  una experiencia cada vez más gozosa: una banda con sus costuras bien apretadas, y un Josele con voz exultante y ejerciendo de guitarrista. El directo confirma, con una evidencia aplastante que “Transilvania” llega en un momento artístico dulce, la expresión de un autor de canciones inimitable que se expresa en su rock (o mejor roll) alejado de ortodoxias asfixiantes.
Lo más llamativo: la excelente producción de Refree, con muchos matices y singularidades,  se amolda a cada canción, ensalzando sus virtudes, que se muestran con total y gozosa desvergüenza en esta nueva banda en directo que, de manera asombrosa, ha erigido el Maestro Pocero en tiempo récord y con un resultado más que correcto: reconfortante, enérgico, con carne jugosa de notas hilvanadas con alma. Mención especial para Luca Frasca y Mac Hernández, , por su engrasada veteranía…y porque uno ya les ha visto en otras bandas y circunstancias diferentes, pero siempre con el mismo oficio.
Lo inhóspito, sugerido por el título pedregoso y montaraz, serpentea por el último repertorio: desolación, mentiras, falta de libertad, crueldad. Todo ello empapa las notas, la palabra de Josele, esa palabra casi pictórica, plástica, repleta de imágenes.


Pero, también hay humor, desengaño y algún destello de esa retranca que se ofrece en sus conciertos, cuando se anima a presentar las canciones. El blanco y negro, el frío y el bosque níveo de las fotos, esconden una calidez inusual en estos lares, exudada por el donaire y la finura de la música.
Josele Santiago ya no necesita demostrar nada a estas alturas, lo hace por sí solo, con sus Enemigos y con la banda que se le ponga por delante. Porque su capacidad para entregar coplas fascinantes, parece que llega siempre a un punto culminante, para mejorar o, al menos, mantener la intensidad en las siguientes entregas.
Lo escarpado, la desolación de su temática, de sus imágenes, se encapsula en canciones de una delicadeza y sutileza musical que encierran, en su contradicción, una belleza resplandeciente. El ejemplo más desconcertante es esa belleza aterradora llamada “Ángel” “Maldigo vuestra podrida nación, sois una puta infección. os mataría sin excepción, con niños pequeños y tó”.
Adéntrate en el bosque. El horror, la belleza, la palabra, la ironía. Las canciones son así. Las mejores canciones, de hecho. Las canciones que ruedan, delirantes. Como las de Josele.